¿Poner límites o no? Esa es la disyuntiva de muchos padres, a los que el comportamiento de sus hijos les ha cogido una gran ventaja y saben que los límites son la solución, pero no saben cómo aplicarlos. 

La iniciativa de poner límites, puede generar temor, especialmente cuando los padres conocen el mal carácter de sus hijos y cuando también saben que sus hijos conocen lo débiles que han sido en el ámbito de la disciplina.

“Los límites son el mejor recurso que los padres pueden aplicar”.

Sin embargo, aunque hayan pasado años de mal comportamientos y usted haya sido un participante pasivo, nunca es tarde para tomar las riendas. Los límites son el mejor recurso que los padres pueden aplicar. En el momento en que decida poner límites, por absurdo que le pueda parecer a ellos (y a usted mismo), estos siempre serán la mejor estrategia para enderezar a ese muchacho torcido y darle paz a su alma. 

En el libro Sean grandes padres, el Dr. H. Norman Wright, explica que la clave está en mantenerse firmes en el límite, una vez más de lo que tus hijos se mantienen en la demanda; es decir, una vez más que usted logra ganar, es una vez más donde usted le envía un mensaje directo a sus hijos de quien tiene el control.

El objetivo es equipar a los niños con sabiduría, no solo crear maquinas que obedecen órdenes. Cuando estableces límites según Wright, le exiges a tu hijo que se haga cargo de una situación y asuma las responsabilidades de las consecuencias. Es por esto que los límites deben estar establecidos de antemano y los padres deben estar dispuestos a cumplir con lo dicho.

Es aquí donde muchos padres fallan, pues ajustan los límites a las circunstancias: su estado de ánimo, sus temores o sus frustraciones. 

“Los límites entre padres e hijos, son senderos establecidos, no necesariamente en común acuerdo, pero si entendidos por ambas partes”.

En estos límites, el menor se mueve a través de opciones que puede tomar con consecuencias determinadas. Si existen límites, el niño sabrá lo que es un comportamiento aceptable y lo que no lo es. Y, sí hay constancia y coherencia en cumplir los límites, el niño aprenderá a conocer a sus padres y se dará por vencido en cosas que sabe que solo le traerán problemas.

Es cierto que los niños responden o actúan de formas inesperadas que nos dejan sin palabras; pero, no se deje conmocionar y mantenga la calma. Tome el reto de instruirse y adquirir sabiduría para saber que responder o cómo actuar, especialmente cuando se trata de superar los dos objetivos principales de los niños: extender los límites y frustrar a los padres hasta el enojo total. 

Navegue por encima de las circunstancias y ajuste un código de limites que lo protegerá a usted y a su hijo de la confusión permanente.

Inspirado en el Capítulo: Los grandes padres aprenden a poner límites. Libro: Sean grandes padres. 12 secretos para criar hijos responsables. Autor: Dr. H. Norman Wright

Citas y recursos Unilit: 

Los grandes padres aprenden a poner límites, disponible en Editorial Unilit. Autor: Dr. H. Norman Wright.