Charles R. Swindoll 

Basado en el libro «Aférrate a la esperanza»

 

El sufrimiento es una realidad que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas. A menudo nos preguntamos por qué Dios permite que las enfermedades y las pruebas nos afecten. Aunque las respuestas específicas pueden ser difíciles de encontrar, el apóstol Pablo nos ofrece valiosos principios en su carta a los Corintios que arrojan luz sobre este tema.

 

“Dios nos consuela a través de todos estos problemas para que nuestros corazones sepan llegar a los demás con consuelo”.

 

1. El sufrimiento nos ayuda a consolar a otros

 

Pablo, a pesar de su arduo ministerio, experimentó sufrimientos inimaginables. En 2 Corintios 1:8, declara que fueron “oprimidos y agobiados más allá de nuestra capacidad de aguantar”. Sin embargo, en lugar de cuestionar a Dios, Pablo comprendió que el sufrimiento lo capacitaba para consolar a otros que atravesaban dificultades similares. Este principio nos recuerda que nuestras propias pruebas pueden convertirse en una fuente de consuelo y apoyo para quienes sufren.

 

Tal vez te hayas enfrentado a un cáncer, un covid, un ataque cerebral, fracturas de huesos, esclerosis múltiple, Parkinson o migrañas. Tal vez sea la pérdida de un trabajo, un desastre natural, una bancarrota o una traición matrimonial. Dios nos consuela a través de todos estos problemas para que nuestros corazones sepan llegar a los demás con consuelo.

 

“El sufrimiento nos recuerda nuestra necesidad de una dependencia total en Dios, quien tiene el poder de traer sanidad y restauración”.

 

2. El sufrimiento nos impide confiar en nosotros mismos

 

Cuando enfrentamos situaciones límite, como enfermedades graves o desesperación, a menudo nos vemos forzados a depender completamente de Dios. Pablo, en 2 Corintios 1:9, compartió cómo llegaron a un punto en el que dejaron de confiar en ellos mismos y aprendieron a confiar solo en Dios, “quien resucita a los muertos”. El sufrimiento nos recuerda nuestra necesidad de una dependencia total en Dios, quien tiene el poder de traer sanidad y restauración.

 

Cada vez que atraviese momentos difíciles recuerde esta reflexión: Si Dios puede resucitar a los muertos, también puede ayudarte a superar el sufrimiento, la enfermedad, las pruebas y las tragedias.

 

Muchas veces cuando las circunstancias nos llevan al límite de nosotros mismos, nos vemos obligados a volvernos a Dios, de quien deberíamos haber dependido desde el principio. Es entonces cuando aprendemos cuánto lo necesitamos cuando estamos muy enfermos y desesperados. Aprendemos lo que significa apoyarnos por completo en el Señor cuando nuestra vida toca fondo. La enfermedad desarrolla una dependencia total en Él cuando el corazón está listo para recibirla.

 

“Las temporadas de sufrimiento nos fortalecen y es entonces cuando aprendemos que quejarse no ayuda”. 

 

3. El sufrimiento nos enseña a dar gracias en todo

 

A pesar de las dificultades, el agradecimiento juega un papel crucial en nuestra respuesta al sufrimiento. Pablo destaca la importancia de dar gracias en 2 Corintios 1:11, reconociendo que incluso en medio del dolor, podemos encontrar motivos para agradecer a Dios. Esta actitud de gratitud no solo nos fortalece espiritualmente, sino que también nos ayuda a mantener la esperanza en las promesas de Dios.

 

Las temporadas de sufrimiento nos fortalecen y es entonces cuando aprendemos que quejarse no ayuda. Lo que aprendemos es a darle gracias a Dios por las pequeñas bendiciones, las promesas, la esperanza del mundo venidero. 

 

En momentos de dificultad, enfermedad, duelo y sufrimiento es prácticamente impensado agradecer al Señor, pero te invitamos a hacer memoria por un segundo de las cosas maravillosas que Él ha hecho en tu vida. Y repite con nosotros esta oración: 

 

«Gracias, Señor, porque aun a través de este sufrimiento, tienes algún propósito que va más allá de mi comprensión. Te preocupas por mí como nunca antes me había dado cuenta. Gracias por ser para mí lo que nadie más puede ser jamás. Gracias porque la tristeza puede llegar durante la noche, pero el gozo llega por la mañana. Gracias por tu alivio. Gracias por sostenerme. Gracias porque puedo ser un testimonio de tu gracia protectora».

 

El sufrimiento puede dejarnos preguntas sin respuesta, pero podemos confiar en la bondad y sabiduría de Dios. Ya sea que experimentemos sanidad o no, Dios tiene un propósito de amor en todo esto. Él camina a nuestro lado, dándonos la fuerza para enfrentar las adversidades.

 

En medio de las preguntas y el dolor, recordemos que Dios está con nosotros, enseñándonos, fortaleciéndonos y transformando nuestro sufrimiento en algo significativo. Un día, veremos la victoria total sobre el sufrimiento, y Dios creará un mundo nuevo donde el dolor ya no existirá. Mientras tanto, aferrémonos a la verdad de que Dios está con nosotros en medio de nuestras pruebas, brindándonos esperanza y consuelo.

 

Cuando surjan las preguntas y el sufrimiento parezca demasiado difícil de soportar, aférrate a la verdad de que Dios tiene un propósito de amor en esto. Él comprende tus luchas y está contigo en medio de ellas, dándote fuerzas para resistirlas. vuelve tu mirada a Él con un corazón agradecido, ¡y Él te ayudará a salir adelante!

 

Editorial Unilit